NUESTRA VIRGEN DE GUADALUPE PATRONA DE LOS MEXICANOS
Virgen de Guadalupe, la devoción católica que más crece en el mundo
En 2018 se recibieron más de diez millones de peregrinos de todo el mundo en la Basílica de Guadalupe
Leonardo Huerta
“
Desde mediados del siglo XVII hasta la fecha, el culto a la Virgen de Guadalupe ha estado en permanente expansión”, dice la investigadora del Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM, Gisela von Wobeser, al hablarnos de su libro más reciente Orígenes del culto a Nuestra Señora de Guadalupe 1521-1688 (UNAM/FCE, 2019).
Detalla que actualmente dicho culto es la devoción católica de mayor crecimiento. En efecto, cada año millones de devotos llegan a la Ciudad de México para venerar a la imagen guadalupana. Se calcula que en 2018 se recibieron más de diez millones de peregrinos, provenientes de muchas partes del país y del extranjero. Unos llegaron en convoyes de varios autobuses, otros en bicicletas y una buena parte caminando, en ocasiones hasta 500 kilómetros. Además, la Virgen mexicana es venerada en numerosas iglesias y altares dedicados a ella, tanto en México, como en otras partes del mundo.
Fundación de una ermita en el Tepeyac dedicada a “la madre de Dios”
La investigadora nos dice que el culto a la Virgen de Guadalupe se remonta a los primeros años después de la Conquista (ca.1525), cuando frailes franciscanos edificaron una ermita en el cerro del Tepeyac, al norte de la Ciudad de México. En este cerro antiguamente había un santuario prehispánico, en el que se veneraba, entre otras deidades, a la diosa Tonantzin Cihuacóatl.
Dicha ermita fue dedicada a la virgen María como madre de Dios, sin aludir a una advocación específica. Según Bernardino de Sahagún, se trató de un culto de sustitución, es decir, la intención de los frailes fue que los indios sustituyeran la devoción que tenían a Tonantzin por la de la virgen María.
No hay información sobre el momento en el que los frailes colocaron el sagrado lienzo, que hoy día está en la Basílica de Guadalupe, dentro de la ermita, pero, nos dice la investigadora, lo más probable que haya estado allí desde el momento de la fundación.
Lo que consta es que, a mediados del siglo XVI, es decir unos 30 años después, la sagrada imagen contaba con numerosos devotos, que le atribuían poderes milagrosos, sin que, en ese momento creyeran que la imagen misma era producto de un milagro.
La pintura de la Virgen se realizó conforme un modelo iconográfico medieval, conocido como mulier amicta sole (mujer vestida de sol), utilizado en Flandes y en Alemania para representar a la virgen María. Coinciden con dicho modelo el hecho de que la Virgen esté parada sobre una media luna, rodeada de rayos solares, con una corona sobre la cabeza.
Elementos secundarios de este modelo son la túnica y capa que llegan hasta los pies y forman pliegues angulosos, la flexión en la rodilla izquierda de la Virgen, la alternancia entre un rayo recto y otro flamígero y el recogimiento del manto con el brazo izquierdo.
Francisco de Bustamante, quien hacia mediados del siglo XVI era provincial de la orden de San Francisco, atribuyó la hechura de la pintura de la Virgen de Guadalupe al “indio Marcos”. “Probablemente se trate del connotado pintor indígena Marcos Cipac Aquino, quien trabajó para los franciscanos”, dice la investigadora.
Marcos debió formarse como artista en el convento franciscano de la ciudad de México. Durante los primeros años después de la conquista, con el fin de cubrir la demanda de imágenes, los franciscanos crearon un colegio de artes y oficios, en el mencionado convento, en el que enseñaron oficios a la usanza europea, como el de tallador, escultor, ebanista, dorador y pintor.
Como los indígenas no sabían cómo representar a las figuras celestiales y demoniacas y no estaban familiarizados con los pasajes bíblicos, los frailes les proporcionaban estampas para copiarlas o tomar elementos de ellas, lo que, por demás, era muy común en la época.
En particular, el modelo utilizado por Marcos para pintar a la Virgen de Guadalupe fue un grabado flamenco del siglo XV, conocido como La Virgen en la Gloria, fechado hacia 1420. La pintura de la Virgen de Guadalupe es muy similar a esta obra en cuanto al trazo, las facciones del rostro, la proporción de sus miembros, la postura corporal y la vestimenta, así como a las características del ángel que aparece al pie de la Virgen. “Las diferencias entre las dos imágenes quizá se deban a los objetivos de los franciscanos”, dice la investigadora.
Pero Marcos no hizo una copia literal, sino adaptaciones, tal vez por propia iniciativa o quizá a instancia de quienes le encargaron la pintura, que debieron ser frailes franciscanos. En primer término, pintó a la Virgen mexicana sin el niño que tiene en brazos la flamenca. Esto se debe a que la orden de San Francisco promovía entonces el culto a la Virgen como Inmaculada Concepción, y todas las que, en esa época, se pintaron en el ámbito franciscano carecen del niño.
El segundo cambio más notorio es que la virgen flamenca tiene el cabello rizado y suelto y el de la mexicana es negro y lacio. Quizás el cabello rubio, rizado y flotante resultaba extraño para los indígenas, por lo que a nuestra Virgen de Guadalupe le hizo un peinado similar al de las indígenas casadas nobles: de raya en medio con el cabello pegado a las sienes.
Asimismo, le oscureció los ojos y le colocó el manto sobre la cabeza, dejando únicamente descubiertas las sienes. Otra modificación importante es que colocó sus manos en posición orante, con lo que le confirió un mayor recogimiento.