LA CIUDADANÍA EN LOS MEDIOS -primera parte-
Opinión pública y política. La ciudadanía en los medios.
-Valeria Fernande Hasan
Un renovado interés por cuestiones clásicas de la filosofía política como el tema de los derechos, el consenso, o la tolerancia parece haberse instalado ya sin disimulos en el campo de las ciencias sociales. El asunto de la ciudadanía, afectado por el neoliberalismo y la globalización, se ha transformado en tema de debate e indagación que atrae entre otros a filósofos, sociólogos y comunicólogos. El politólogo argentino Atilio Borón, quien desde hace varios años está abocado a esta problemática, señala que es bien sabido que el estado capitalista tiene una lógica de funcionamiento que organiza a las clases dominantes al paso que disgrega, fragmenta y desorganiza a las clases subalternas(1). En otras palabras, si desde el punto de vista estrictamente jurídico los ciudadanos de una sociedad democrática son considerados como si fueran iguales, los límites y ambigüedades del “como si” dan lugar a largas polémicas de índole fundamentalmente política.
Repensar la noción de ciudadanía atendiendo a las particularidades propias de la massmediatización de la cultura y del auge de los medios de comunicación nos plantea varios interrogantes y distintas aristas. Aquí recorreremos sólo algunos de los múltiples y polémicos senderos posibles cuidando de que los atajos más tentadores no nos alejen de la meta final, esto es, intentar cercar los perfiles de una ciudadanía posible.
Thomas Marshall, en la década del ’50, postuló dos condiciones para la ciudadanización plena: una escala de distribución de la renta que incluya ambos extremos de la escala social y un área considerable de experiencia y cultura compartidas. Retomando esta concepción, en estos primeros años del siglo XXI, estamos obligados a precisar ciertas e ineludibles modificaciones.
Centrar nuestra atención en la problemática de la distribución de la renta excede en mucho la intención de este trabajo y nos significaría virar el camino. Sólo baste puntualizar que tal como lo explica Luciano Andrenacci(2), la Argentina muestra al mismo tiempo una “latinoamericanización” y una “europeización” de sus problemas sociales. Descubre el agravamiento de una tendencia a la multiplicación de esferas de integración social distintas en la expulsión del mercado de amplias porciones de la población; y descubre, al mismo tiempo, la degradación fuertemente estratificada del mercado de trabajo formal(3).
En cuanto a la segunda condición destacada por Marshall, la atención a la experiencia y la cultura compartidas, entendemos en coincidencia con Giovanna Procacci, que la ciudadanía es siempre política ya que responde a una estrategia de crear ciudadanos por medio de un conjunto de prácticas y conocimientos(4). A partir de esta manera de entender la ciudadanía revisaremos, en primer lugar la distinción entre público y privado para luego detenernos en algunos de los rasgos de la llamada opinión pública.
La intención final es analizar qué tipo de ciudadanos/as promueven los medios bajo el desafiante supuesto de que la opinión pública no existe, al menos bajo la forma que le atribuyen aquellos que tienen interés en afirmar su existencia. Como explica Bourdieu, existen por un lado las opiniones constituidas y ciertos grupos de presión movilizados en torno a un sistema de intereses explícitamente formulados, y por otro, disposiciones que, por definición, no son una opinión(5). Si, como dice el sociólogo francés, se trata de constituir la idea de que existe una opinión pública unánime para legitimar y reforzar las relaciones de fuerza que la fundan o hacen posible, nos preguntamos de qué manera los medios pueden considerarse configuradores de un nuevo tipo de ciudadanía.
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